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LA SINERGIA PERFECTA

Habilidades del coaching para los procesos de mediación

Cómo las Habilidades del Coach Multiplican el Valor de la Mediación

La Mediación se consolida, más que nunca, como el camino más eficiente, humano y duradero para la gestión de disputas. Con la inminente Ley de Eficiencia Procesal y la obligación del MASC, los profesionales estamos llamados a elevar el estándar de calidad de nuestros procesos. En este contexto, la incorporación estratégica de las competencias del coaching es un catalizador que potencia la eficacia de la mediación hasta niveles. transformadores.

Como coach he podido constatar cómo la verdadera raíz del estancamiento en un conflicto nunca reside en los hechos externos (quién tiene la razón legal sobre un bien, o quién causó la ruptura), sino en la rigidez de la narrativa interna de cada persona. Observo que las personas llegan a mi consulta con un alto nivel de incomprensión sobre lo que pasa, muchas veces perdidos y actuando desde emociones mal gestionadas.

Es por esto por lo que encarnar una mentalidad de coaching durante un proceso de mediación va a aportar foco y transformación personal. En coaching se establecen objetivos específicos, alcanzables y medibles. Un coach establece y mantiene acuerdos desde el principio y hasta el final del proceso, ajustando en todo momento si es necesario. Sabe sostener una sesión pese a las dificultades que se presenten porque ha experimentado su propio proceso de crecimiento personal y, además, está entrenado para no contagiarse de dinámicas ajenas. Un coach escucha activamente, provoca consciencia, y facilita el crecimiento del cliente durante todo el acompañamiento.

Al establecer el objetivo que se quiere lograr, el coach va más allá y estimula al cliente a identificar el resultado deseado. A través de la pregunta por excelencia del coaching ¿para qué? asegura mantener el foco y cumplir los acuerdos establecidos. También muestra en todo momento mucha curiosidad por las personas, explora la expresión de sentimientos, percepciones, preocupaciones, creencias o suposiciones, y cómo estos se relacionan con lo que quieren lograr.

Esta práctica determina, desde mi punto de vista, un avance decisivo hacia la meta: conseguir un acuerdo conveniente y continuo para las partes.

El poder transformador del coaching reside esencialmente en su metodología de cuestionamiento. Una pregunta bien formulada es la herramienta más potente para provocar consciencia y motivar a la acción.

En una mediación, nuestro primer trabajo es conseguir que la persona se despegue de la posición rígida que trae consigo. Al preguntar, por ejemplo: ¿Cómo has llegado hasta esta situación, obligamos a la parte a tomar perspectiva sobre el trayecto que ha recorrido, responsabilizándose de las decisiones que le llevaron a ese punto. Luego, al enfocarnos en el resultado deseado con la pregunta: ¿Para qué quieres conseguir este acuerdo?, el proceso se reformula por completo.

Como he apuntado antes, la pregunta se convierte en un motor. Si preguntamos, ¿Al servicio de qué necesidad básica está este comportamiento, la persona deja de aferrarse a un debe ser legal, y conecta con una necesidad humana legítima  la seguridad, el reconocimiento, la autonomía— que es, crucialmente, negociable. Este cambio de enfoque garantiza la conciencia y la responsabilidad haciéndoles directamente responsables de su camino. Dejan de percibirse como víctimas inmovilizadas por el conflicto para, finalmente,
convertirse en los creadores activos y poderosos de su propia solución. La mediación, con esta metodología, se eleva de ser un trámite, un proceso, a una auténtica herramienta de resolución de conflictos.

La Inversión en el Propio Crecimiento: De la Habilidad a la Excelencia

Una vez que se comprende el valor sustancial del coaching en la mediación —esa capacidad de provocar conciencia y de convertir a las víctimas en creadores—, propongo cambiar la intención de la pregunta: ¿Podemos permitirnos no adquirir estas habilidades?

Exhorto firmemente, a líderes de equipos, a colegas mediadores, y a todas las personas que gestionan relaciones en su vida profesional o personal, es decir a todos, a apreciar estas destrezas más allá de simples habilidades blandas (soft skills), sino como auténticas power skills. Estas habilidades son la infraestructura que garantiza la comunicación efectiva bajo presión.

Adquirir las competencias del coaching es invertir directamente en el autoconocimiento. Quien aprende a indagar en el para qué de un cliente, primero ha aprendido a indagar en su propio para qué. Es un proceso de maestría personal que nos hace más ecuánimes, más presentes y, por ende, personas y mediadores más influyentes y eficaces.

A lo largo de mi trayectoria, he tenido el privilegio de acompañar a innumerables profesionales y particulares en esta transición. La evidencia de este cambio metodológico en el terreno práctico nos demuestra que, si su objetivo es trascender la gestión superficial del conflicto para dominar el arte de la transformación, manejar con maestría estas habilidades es el paso definitivo hacia la excelencia.

Una Mirada Hacia la Excelencia

Para nuestra Asociación Madrileña de Mediadores, la integración de estas habilidades permite que nos posicionemos como el primer filtro legal ante el litigio y como la vanguardia en la resolución efectiva de conflictos. Al incorporar el coaching en nuestro desempeño, reforzamos que el acuerdo alcanzado sea sólido, sostenible y que siente las bases para una comunicación futura más constructiva porque se ha trabajado con una hoja de ruta enfocada en el resultado deseado a largo plazo. La Mediación es un camino esencial para la resolución de conflictos; el Coaching es la herramienta que nos permite transitarlo con mayor consciencia, coherencia y éxito duradero. Es nuestra responsabilidad profesional ofrecer esta excelencia a la ciudadanía.

 Si quieres mejorar tu desempeño profesional o personal, estoy a tu disposición.

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